La batalla de Zama, el fin del imperio cartaginés

Título de la Obra: La batalla de Zama, el fin del imperio cartaginés

Autor: Vibius Servilius Licinus

Fecha de Publicación: 19 de octubre de 2023

Idioma: Español

Departamento: Departamento de Historia

Bibliografía: Licinus, V.S. (19 de octubre de 2023). La batalla de Zama, el fin del imperio cartaginés. Departamento de Historia. Instituto Georgios Gemistos.

Resumen: Análisis de la batalla de Zama, donde el Imperio de Cartago fue definitivamente derrotado por Roma.

 

La batalla de Zama fue precedida por 14 años de guerra. El cónsul romano Publio Cornelio Escipión trató de poner fin al conflicto con un ataque frontal a la capital del imperio cartaginés. El 19 de octubre del 202 antes de la Era Común, la guerra se decidió en Zama, una localidad cerca de la actual Túnez.

La Segunda Guerra Púnica se desencadenó cuando Roma conquistó Hispania en el 218, lo que en consecuencia hizo reaccionar a Cartago.

Escipión fue electo cónsul en el 205. Con seguridad, fue decisiva su estrategia y en suma el dominio definitivo de Roma en Hispania. Esto le dio un prestigio importante. Específicamente la propuesta de Escipión era responder a Aníbal, que había llevado la guerra a las puertas de Italia, a la mismísima capital de los cartagineses. Según Escipión, esto haría que Aníbal retirara su ejército y salvaría a la capital romana del desastre.

Su estrategia resultó efectiva, y ciertamente ambos generales se encontraron a las puertas de Cartago para poner fin al conflicto.

Las fuerzas militares de Cartago eran muy superiores a las romanas. Aunque parte de la caballería númida había renunciado a los cartagineses, éstos contaban con casi un centenar de elefantes de guerra y muchos más soldados de infantería. Los paquidermos fueron colocados en primera línea para desbaratar las líneas romanas, compuestos por tres filas de soldados en el centro y dos alas de caballería, una númida y otra itálica. Los dos generales buscaban llevar el conflicto hacia los flancos para rodear al enemigo.

Escipión conocía el talón de Aquiles de los elefantes: Si se asustaban, se convertían en un claro peligro para sus propias tropas. Por eso nada más empezar la batalla hicieron sonar las trompetas, y a continuación atacaron a los gigantes con jabalinas y piedras. Al intentar escapar, los elefantes desordenaron por completo las tropas cartaginesas, sobre todo la caballería. Acto seguido, la caballería romana penetró en el caos y aniquiló a los númidas, quienes huyeron dejando a solas a las tropas de infantería contra el bloque romano. Hecho el destrozo, la caballería romana arremetió por la retaguardia al ejército cartaginés.

4.000 soldados romanos fueron baja, mientras que entre los cartagineses la cifra ascendió a 24.000 y 10.000 prisioneros.

El 29 de octubre, Escipión firmó la paz con los cartagineses, imponiendo todas las exigencias romanas.

Aníbal escapó con vida, pero completamente desacreditado y humillado. Por este motivo, primero lo degradaron y en último lugar lo enviaron al exilio en el 195. Errando de un sitio a otro, nunca pudo establecerse y trabajar como asesor militar, ya que Roma exigía en todas partes que fuera entregado. Sin nada que hacer, se suicidió con un veneno en el 183, a saber, lo llevó siempre en un anillo por si acaso era interceptado por romanos.

Particularmente preocupante fue que Cartago nunca llegó a decaer ni se quedó estancada, En el 152, una delegación en la que viajaba Catón el Viejo visitó la ciudad, y quedó horrorizada porque estaba prosperando pese a todas las sanciones que se le habían impuesto, incluyendo el pago de tributos fuertes durante 50 años y la renuncia a tener un ejército que fuera para algo más que la autodefensa de la ciudad. A todas estas, el Viejo empezó a terminar todas sus intervenciones escritas y orales con la frase “delenda est Cartago” (Cartago debe ser destruida), hasta que de hecho le hicieron caso algún tiempo después.